El endeudamiento de las familias argentinas volvió a ubicarse en niveles críticos y se convirtió en uno de los principales factores de presión sobre la economía doméstica. Según datos recientes del Banco Central, un hogar promedio debe a bancos, billeteras virtuales y entidades no financieras un monto equivalente al 130% de su ingreso mensual. Se trata del valor más alto desde la pandemia y se acerca al pico registrado en diciembre de 2018, cuando la relación entre deuda y salario alcanzó el 160%. Las cifras fueron procesadas por la consultora EcoGo a partir del último Informe de Estabilidad Financiera del BCRA, y muestran un deterioro acelerado en la capacidad de pago de los hogares.
Uno de los aspectos que más preocupa a las entidades es la situación de las tarjetas de crédito, señalada como el área más afectada del sistema. En agosto, los proveedores no financieros de crédito —que incluyen desde cadenas de supermercados hasta cooperativas y empresas que otorgan préstamos para consumo— registraron un aumento real del 4,1% en el financiamiento otorgado. En el último año, el uso de estas alternativas se disparó y creció 77%, reflejando la dificultad de muchas familias para acceder a crédito bancario tradicional en un contexto de tasas de interés elevadas y salarios estancados.
La presión financiera se agrava por el encarecimiento del financiamiento. Hoy, un préstamo personal tiene un costo financiero total que arranca en el 84% anual, lo que restringe la posibilidad de refinanciar de manera sostenible. Desde un banco de primera línea reconocieron que “la mora está subiendo, mayormente en los últimos tres meses, desde un piso bastante bajo”. Esa tendencia quedó reflejada en el último Informe sobre Bancos del BCRA, que indicó que el 6,6% de los créditos destinados a familias presenta atrasos. Para el organismo, un crédito se considera irregular cuando hay más de 90 días de demora en préstamos al consumo o cuando no se paga el mínimo de la tarjeta de crédito.
Sin embargo, la situación es más grave fuera del sistema bancario. De acuerdo con EcoGo, el 16,5% del crédito no bancario se encuentra en morosidad, un salto de 9 puntos porcentuales desde noviembre pasado. La consultora detalló que “el 70% de las entidades mostraron un alza en sus casos de irregularidad”, lo que evidencia un deterioro generalizado. En la banca comercial también advierten este fenómeno: “La mora creció más en el segmento de tarjetas de crédito. En créditos no es alarmante, la gente paga con normalidad los créditos de bienes durables como autos o hipotecarios”, explicaron desde una entidad líder. Otro banco privado agregó: “Con tasas más altas tenés que mirar dos veces cómo viene el cliente, no por ser restrictivos sino para que pueda pagar. Con este nivel de tasas viene gente con deuda hasta la cabeza”.
El informe señala que la deuda promedio de las familias equivale a 1,3 veces su ingreso mensual sumando créditos bancarios y no bancarios. Esto implica que, incluso destinando la totalidad del salario, un hogar no alcanza a cubrir sus compromisos financieros. La mayor parte corresponde al sistema bancario tradicional —créditos personales, hipotecarios y tarjetas—, mientras que cerca del 30% proviene de entidades no bancarias. En este último segmento, el nivel de endeudamiento ya superó el récord de 2018.
EcoGo también analizó la situación de trabajadores informales y cuentapropistas, que tienen menor acceso al crédito bancario. En su caso, la deuda no bancaria representa el 135% de sus ingresos mensuales, un nivel que expone con claridad la fragilidad económica de los sectores más vulnerables.





