El dólar inició la semana con una fuerte escalada y alcanzó los $1.280, mostrando un avance de 75 pesos en apenas siete días. La demanda presionó al alza en todos los segmentos del mercado cambiario, desde el dólar mayorista hasta el blue, que creció un 3,2% y se ubicó en $1.270. El dólar mayorista, referencia para las operaciones oficiales, subió 1,6% y cerró en $1.263, acumulando un incremento del 5% en la primera semana de julio. En paralelo, el dólar MEP y el contado con liquidación treparon a $1.276 y $1.279, respectivamente.
Un operador del mercado resumió el contexto con una frase contundente: “Dólares hay, pero no alcanzan”. Se operaron US$ 458 millones en el mercado contado y US$ 1.578 millones en futuros, donde según fuentes del mercado se registró una fuerte intervención estatal para contener la suba y evitar un salto descontrolado del tipo de cambio. A pesar de ello, el dólar futuro para agosto cerró en $1.322, con un aumento del 1,8%, reflejando la expectativa de devaluación. Esta dinámica ocurre en un marco donde siguen ingresando divisas del sector agroexportador en el último tramo de la cosecha gruesa, pero la demanda se potencia por el desarme del carry trade, el aumento del apetito dolarizador ante las elecciones y la búsqueda de billetes para atesoramiento.
Por otro lado, las acciones y bonos argentinos abrieron la semana con pérdidas, afectadas por el retroceso global de los mercados financieros a raíz de la imposición de aranceles por parte del gobierno de Donald Trump. El índice Dow Jones perdió 0,9%, mientras que Nasdaq y S&P 500 retrocedieron 0,7%. En Buenos Aires, el Merval cayó 2,4% en dólares, con bajas marcadas en acciones como Transener y Metrogas, que descendieron 5,6%. En Wall Street, los bancos argentinos –BBVA, Macro, Galicia y Supervielle– registraron caídas superiores al 5%, y las compañías energéticas YPF, Pampa Energía y Edenor retrocedieron más del 4%. Los bonos argentinos, en promedio, perdieron 1,5%, con el AL 41 bajando 2,2%, y el riesgo país escaló a 679 puntos básicos.
A nivel local, la atención se centra en un importante pago de deuda que realizará el Tesoro el 9 de julio, por un monto cercano a US$ 4.200 millones, correspondiente a bonos Globales, Bonares y emisiones en euros. Esta obligación genera nerviosismo entre los inversores. Además, la reciente discusión en el Congreso sobre un posible aumento en las jubilaciones y mayores partidas para programas sociales genera inquietud por un eventual incremento del gasto público, lo que podría dificultar el programa de ajuste del Gobierno. Según el economista Gustavo Ber, “el clima del mercado continúa con una postura de espera, sin señales claras que impulsen una recuperación sostenida de las valuaciones”. También agregó que los bonos presentan una curva plana con rendimientos alrededor del 11,5% anual, evidenciando una división entre preferencia por instrumentos a corto o largo plazo en esta etapa.





