Dos meses de “Fase 3”: el Gobierno sostiene el dólar con deuda mientras crece el debate sobre el tipo de cambio

A dos meses del inicio de la llamada “Fase 3” del programa económico, que incluyó la liberación parcial del cepo cambiario y la firma del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el balance del Gobierno muestra estabilidad cambiaria e inflación en retroceso. El tipo de cambio mayorista apenas se movió, pasando de $1.074 a $1.182, mientras que la inflación de mayo marcó un 1,5%, el menor registro en cinco años. Sin embargo, esta calma tiene un precio: el Banco Central acumula reservas exclusivamente a partir de la emisión de deuda en dólares.

En este período, el Ejecutivo se apalancó en distintas fuentes de financiamiento externo: los US$ 12.000 millones del FMI, US$ 2.000 millones de organismos multilaterales, otros US$ 2.000 millones del REPO con bancos internacionales y la colocación de bonos BONTE 2030 por US$ 2.000 millones. La última operación se concretó el viernes pasado, con una colocación de US$ 500 millones a cinco años en el mercado local. La estrategia, por ahora, permitió al dólar convertirse en ancla antiinflacionaria, pero abre interrogantes sobre su sustentabilidad.

“El Gobierno logró aplicar una depreciación del tipo de cambio real cercana al 10% desde mediados de abril, sin que ello desencadenara inestabilidad”, explicó Federico Filippini, economista jefe de Adcap Grupo Financiero. Sin embargo, advirtió: “La gran pregunta ahora es: ¿Cuánto margen real tiene el Gobierno para seguir emitiendo deuda en moneda extranjera?”.

El interrogante cobra peso frente al inminente cierre del “trimestre de oro” para el ingreso de divisas del agro. Según la consultora LCG, “los saldos de comercio exterior vendrán, después de junio, cada vez más deficitarios” y alertan que “las importaciones podrían superar lo que brinda Vaca Muerta, incluso con un Brent por encima de US$ 75 el barril”. En ese contexto, señalan que una suba del dólar podría aliviar las cuentas externas sin convertirse necesariamente en un episodio disruptivo.

Las elecciones de octubre representan otro factor de presión. “Si el dólar comenzara a testear nuevos límites ($1.250 o $1.300), eso estimularía más la demanda. Cuando el dólar alcanza un nivel razonable para las cuentas externas, la estrategia óptima es que el BCRA intervenga, pero esa opción hoy está vedada”, explicaron desde LCG.

Desde el sector privado, Eduardo Costantini, fundador de Consultatio, sostuvo que “vamos a transitar un período de calma, de estabilidad con miras a las elecciones de octubre”, aunque advirtió que “este tipo de cambio no permite acumular reservas ni liberar totalmente el cepo”. A su vez, señaló que la emisión de deuda en dólares genera obligaciones que pueden presionar el mercado: “Esto puede producir un exceso de demanda para pagar esos bonos, porque el inversor extranjero va a querer recuperar los dólares, más los intereses”.

Pese a las advertencias sobre un posible atraso cambiario, algunos analistas destacan señales positivas. “Hoy los mercados internacionales se entusiasman con los activos argentinos ante el superávit fiscal, el retroceso de la inflación, un tipo de cambio estable dentro de la banda acordada con el FMI y cierta flexibilización del cepo”, explicó Graciela Cairoli, directora de Research en CMA. Por su parte, Horacio Miguel Arana, de la Fundación Internacional Bases, sostuvo que “la apreciación del tipo de cambio responde a factores estructurales” y que “si el país está caro, el camino no es devaluar, sino reducir impuestos y regulaciones”.

Con el frente fiscal en equilibrio y el Banco Central fuera del financiamiento al Tesoro, la política económica transita un delicado equilibrio: sostener la confianza sin agotar el margen de maniobra. El desafío será sostener esta estabilidad sin caer en los ajustes bruscos que se buscan evitar.