El representante demócrata Al Green fue expulsado este martes del recinto de la Cámara de Representantes de Estados Unidos tras interrumpir en reiteradas ocasiones el discurso del presidente Donald Trump ante el Congreso. Green, de 78 años, abucheó al mandatario mientras los legisladores republicanos respondían con gritos de “¡USA!”, lo que generó un tenso momento en el inicio de la sesión.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, intentó calmar la situación y pidió al congresista que guardara silencio y tomara asiento. Sin embargo, Green continuó con su protesta, incluso de pie y agitando su bastón. Ante la negativa a acatar la orden, Johnson apeló a un artículo reglamentario que le permite expulsar a un legislador y solicitó la intervención del Sargento de Armas, William McFarland, quien acompañó a Green fuera del recinto. “No es común que se ordene la salida de un congresista, pero existen antecedentes de sanciones disciplinarias en casos de desorden”, indicaron fuentes legislativas.
Este episodio contrasta con lo sucedido el 1 de marzo en Argentina, cuando el diputado radical Facundo Manes interrumpió el discurso del presidente Javier Milei en la Asamblea Legislativa sin ser sancionado. La diferencia radica en la normativa parlamentaria de cada país: mientras en el Congreso estadounidense el “speaker” tiene la facultad de ordenar la expulsión inmediata de un legislador, en Argentina las sanciones disciplinarias deben ser sometidas a votación. Además, en la Asamblea Legislativa argentina la autoridad recae en la vicepresidenta Victoria Villarruel, presidenta del Senado, y no en el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem.
El incidente en el Congreso de EE.UU. reaviva el debate sobre los límites de la protesta dentro de los cuerpos legislativos y la discrecionalidad en la aplicación de las sanciones.