La falta de lluvias y las intensas olas de calor que marcaron el inicio de 2024 están dejando un saldo preocupante en el sector agropecuario. Según las estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) para febrero, la producción de maíz caerá a 46 millones de toneladas, lo que representa una reducción de 2 millones respecto de los cálculos previos. En el caso de la soja, la merma es aún más pronunciada: se prevé una cosecha de 47,5 millones de toneladas, 5 millones menos de lo esperado inicialmente.
“Pasó de todo en lo que va de esta campaña 2024/25 de soja. En muy poco tiempo se han producido enormes cambios en el escenario productivo agrícola”, explicó Cristián Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro de la BCR. El especialista detalló que la campaña comenzó con suelos en condiciones críticas por la falta de agua, mejoró temporalmente entre octubre y diciembre con algunas lluvias, pero volvió a deteriorarse con la llegada de una fase moderada de La Niña. Durante las últimas semanas, las temperaturas superaron los 40°C en gran parte de la región pampeana, con noches sofocantes como la de Chaco, donde a las 23 horas el termómetro marcaba 32°C con una humedad del 20%. “La falta de agua limitó seriamente el crecimiento y el número de entre nudos, y el calor tomó protagonismo en momentos muy sensibles de la soja de primera, forzando el aborto de flores y chauchas y la pérdida de hojas y de plantas”, advirtió Russo.
Si bien algunas lluvias lograron atenuar parcialmente el impacto de la sequía, las precipitaciones fueron irregulares y no alcanzaron a revertir la situación crítica. En el norte de Buenos Aires y en el sur de Santa Fe, los acumulados superaron los 100 mm, mientras que en el sur de Córdoba fueron notablemente menores. A nivel nacional, los rindes proyectados para la soja se ubican en 27,6 quintales por hectárea, lo que representa una caída de 2,5 millones de toneladas respecto de la campaña anterior. La situación es aún más grave para la soja de segunda, con pérdidas que oscilan entre el 30% y el 70% en los rendimientos y 780.000 hectáreas que no se cosecharán.
El maíz también se vio severamente afectado. La producción nacional se redujo un 4% respecto de enero y se estima en 46 millones de toneladas, lejos de las 52 millones que se proyectaban en un escenario de normalidad climática. “En los tempranos, en especial los sembrados en octubre, el calor y la falta de agua golpearon con crudeza en los días críticos, por lo que se han visto mazorcas que han quedado muy chicas”, señalaron los técnicos de la BCR. Para los lotes tardíos, el futuro dependerá de las lluvias de los próximos días, especialmente en Córdoba y el norte del país, donde la situación es particularmente delicada.
Los próximos diez días serán decisivos para definir el piso de la producción agrícola. Según la BCR, se necesitarían al menos 80 mm de lluvia en las regiones más afectadas para evitar mayores recortes. Sin embargo, las perspectivas climáticas siguen siendo inciertas, dejando al agro en vilo ante un escenario cada vez más desafiante.