El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho del comercio y los aranceles una estrategia clave para presionar a los Gobiernos de Latinoamérica y el Caribe (ALC) en su lucha contra la migración irregular y el narcotráfico. En su plan, Trump ha propuesto imponer aranceles del 60% a las importaciones de China y del 25% a las de Canadá y México. Esta medida forma parte de un esfuerzo por influir en las políticas regionales, especialmente en el contexto de la crisis por el fentanilo, que afecta gravemente a Estados Unidos. El país norteamericano, siendo el principal socio comercial de Latinoamérica, ha encontrado en las presiones arancelarias una herramienta efectiva para inclinar la balanza hacia sus intereses.
En 2023, las exportaciones de bienes de Latinoamérica y el Caribe hacia Estados Unidos ascendieron a US$ 611.000 millones, mientras que las importaciones desde este país totalizaron US$ 486.000 millones, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). A pesar de esta relación comercial robusta, el déficit comercial de Estados Unidos con la región ha ido en aumento en los últimos diez años, alcanzando los US$ 125.000 millones en 2023, como lo detalla el informe “United States Trade Developments 2024” de la Cepal. Este desequilibrio ha sido un factor crucial en la política económica de Trump, quien ha utilizado los aranceles como una herramienta para presionar por medidas que frenen la migración y el narcotráfico.
El comercio entre Estados Unidos y Latinoamérica se ha visto afectado por factores como la creciente influencia de China en la región. Según el analista Gregorio Gandini, uno de los principales desafíos para Trump es combinar la lucha contra la migración con la disminución de la influencia china en la región. Mientras que algunos países, como México, siguen dependiendo fuertemente de Estados Unidos para sus exportaciones, otros, como Brasil, han diversificado sus mercados, con China tomando un papel central en sus relaciones comerciales. Esta diversificación, como destaca Gandini, es un reflejo de la posibilidad de expandir los mercados fuera de la dependencia exclusiva de Estados Unidos. Sin embargo, para países como Argentina, la diversificación sigue siendo un reto, dado su bajo nivel de apertura comercial y la concentración en productos agrícolas, lo que limita su capacidad de expansión en mercados no tradicionales.
En este contexto, la región enfrenta un panorama comercial complejo, donde los Gobiernos latinoamericanos deben equilibrar sus relaciones con Estados Unidos y China, mientras buscan diversificar sus exportaciones y reducir su dependencia de un solo mercado. Tal como concluye Gandini, “la concentración no es la mejor opción”, y el trabajo de apertura a nuevos mercados debe ser una prioridad para los Gobiernos de la región.