A menos de tres semanas de haber solicitado su concurso preventivo de acreedores para evitar la quiebra, Celulosa Argentina —una de las principales empresas papeleras del país— fue vendida por apenas un dólar. La operación se concretó en el marco de una compleja reestructuración judicial de deuda por unos 128 millones de dólares. El nuevo dueño es Esteban Antonio Nofal, titular de la financiera CIMA Investments S.A. e hijo de Luis Benjamín Nofal, cofundador de Torneos y Competencias junto a Carlos Ávila.
Según informó la compañía a la Comisión Nacional de Valores (CNV), el grupo inversor Tapebicuá Investment Company, conformado por José Urtubey —hermano del exgobernador de Salta—, Douglas Albrecht y Juan Collado, entre otros socios minoritarios, dejó de tener el control de la empresa. Nofal adquirió 452,6 millones de acciones clase B, equivalentes al 45,5% del capital social, lo que lo convierte en el accionista mayoritario. “Como consecuencia del cambio de control, el comprador se encuentra obligado a lanzar una oferta pública de adquisición (OPA) por la totalidad de las acciones emitidas y en circulación”, detalló la comunicación oficial.
En el mismo documento, la firma destacó que la operación “marca el comienzo de una nueva etapa de fortalecimiento y proyección” y aseguró que “el compromiso del nuevo accionista es impulsar la recuperación de la Sociedad, sostener y generar el empleo, asegurando así la sostenibilidad de una organización que es parte esencial del patrimonio productivo argentino”. En esa línea, el CEO de la empresa, Hernán Bagliero, remarcó que “Celulosa es un emblema de la industria nacional” y que “mantendrá su liderazgo y se proyectará hacia un futuro de crecimiento”.
La transacción se da en el marco del plan de refinanciación encarado por la compañía, que en abril contrató a la firma de banca de inversión VALO Columbus para gestionar la venta total o parcial del paquete accionario. La crisis de Celulosa se agravó durante el último año debido al desplome del consumo, la inflación en los costos y la imposibilidad de trasladar los aumentos a los precios. Sus plantas de Capitán Bermúdez (Santa Fe) y Zárate (Buenos Aires) están paralizadas desde julio, operando solo con tareas mínimas de mantenimiento. “Esta situación obedece al marcado deterioro del capital de trabajo, como consecuencia del complejo contexto que atraviesa la Sociedad”, había explicado la empresa en un comunicado previo.
Los resultados financieros reflejan el deterioro: al 31 de mayo, la compañía registró una pérdida semestral de 172.634 millones de pesos, frente a una ganancia de 37.831 millones en el mismo período del año anterior. La situación llevó incluso a que uno de sus acreedores, la firma Tecmaco Integral, pidiera su quiebra por una deuda de 17 millones de pesos tras el rechazo de dos cheques por falta de fondos.
El nuevo propietario, Esteban Nofal, no es ajeno a las operaciones de rescate financiero. En 2024, su firma CIMA Investments adquirió deuda por 447 millones de dólares del concurso de Vicentin, quedándose con las acreencias de siete bancos internacionales. “El objetivo es contribuir a destrabar el prolongado proceso judicial y trabajar en una solución que permita reactivar a la mayor compañía del sector agrícola de bandera argentina”, había afirmado entonces. Ahora, buscará replicar esa estrategia para reactivar a Celulosa Argentina, una compañía emblemática que enfrenta uno de los momentos más delicados de sus 100 años de historia industrial.