De una idea en un bar a una pyme sustentable: dos jóvenes crean sorbetes de trigo en Argentina

Lo que comenzó como una salida entre amigos en 2022 terminó convirtiéndose en un emprendimiento innovador y sustentable. Francisco Ben y Franco De Stefano, compañeros de la carrera de Administración de Empresas, conocieron en un bar unos sorbetes hechos de trigo importados de China. La sorpresa fue inmediata: “No podíamos entender cómo con tanto trigo que hay en Argentina nadie los estuviera haciendo en el país”, recuerdan. Esa pregunta fue el punto de partida de lo que hoy es Paja Sorbetes, una pyme de triple impacto que busca consolidar al sorbete de trigo como una alternativa ecológica frente al plástico y al cartón.

El camino para transformar la idea en un producto listo para el mercado fue largo y desafiante. “A principios de 2023 tomamos la decisión de avanzar con el proyecto y recién salimos al mercado en diciembre de 2024”, relatan. Durante casi dos años, los jóvenes probaron diferentes técnicas para obtener un sorbete resistente, sin referencias ni datos disponibles y con poca información incluso desde China. El secreto de la producción, aseguran, está en la elección de la variedad de trigo, resultado del asesoramiento de agrónomos y genetistas de Bragado, la ciudad natal de Francisco.

A diferencia de la producción tradicional, no utilizan la espiga, lo que permite obtener un producto sin sabor y libre de gluten, dado que esta proteína se concentra en el grano. “Era ver crecer el tallo y cortarlo. Las primeras esterilizaciones fueron en mi casa, en una olla a presión a alta temperatura”, cuenta Franco sobre los inicios. Con el tiempo, incorporaron la maquinaria necesaria para escalar la producción.

Hoy, el emprendimiento se divide en dos espacios: en Bragado, Francisco coordina el trabajo en el campo con un equipo de diez personas que cultivan y seleccionan tallos en unas 15 hectáreas. El proceso es sustentable: solo utilizan bioestimulantes vegetales y agua cuando es necesario, mientras que el rastrojo se aprovecha como protector natural del suelo. En Buenos Aires, Franco está al frente de la planta de Monte Castro, donde se realiza “la parte limpia de la producción”: secado, esterilización y empaquetado. Si bien les costó obtener la habilitación por el nuevo código urbanístico, lograron una excepción al demostrar que no generan ruido ni desechos.

Actualmente, los sorbetes se comercializan de manera directa, en cajas de 100 o 500 unidades y packs para locales gastronómicos. “Al estar presentando el producto, no queríamos alejarnos del cliente final ante cualquier duda o problema. En este primer año no buscamos rentabilidad, sino aprender y asegurar liquidez”, explican. La aceptación inicial los impulsa a proyectar un crecimiento más ambicioso: “La visión es convertir al sorbete de trigo en el producto estándar. Nuestro interés es que crezca el mercado”.

Las razones son claras: mientras los sorbetes de cartón “no funcionan, porque al minuto se deshacen y tienen químicos”, y los de plástico tienden a ser eliminados, los de trigo se destacan por su durabilidad y estética. “Son 100% ecológicos, no se desarman, sirven tanto para bebidas frías como calientes y hasta pueden reutilizarse en los hogares”, afirma Franco.

El próximo paso será automatizar el proceso para reducir costos y aumentar la producción. La meta inmediata es sumar distribuidores en todo el país de cara al verano, pero el horizonte es más ambicioso: exportar en 2026. “Nos tildaron de locos, pero creemos que estamos creando algo con futuro”, resumen los socios, que hoy se definen primero como amigos y después como empresarios.