La economía argentina continúa mostrando una marcada dependencia de las divisas extranjeras, mientras que su capacidad de generar ingresos en moneda dura sigue siendo limitada. Así lo reflejan las cifras del primer semestre de 2025: las exportaciones crecieron un 10,8%, pero las importaciones lo hicieron mucho más aceleradamente, con un aumento del 34,6%, lo que genera un déficit creciente en la balanza comercial. En términos absolutos, este desequilibrio se traduce en una pérdida constante de divisas, un recurso escaso y crucial para la estabilidad económica.
Este panorama complejiza aún más la situación cambiaria, que sigue siendo uno de los principales factores de incertidumbre para empresas y consumidores. Según el economista Carlos Pérez, director de la Fundación Capital, las reservas brutas del Banco Central superan los 40.000 millones de dólares, lo que, a primera vista, evitaría una corrida cambiaria. Sin embargo, al descontar los compromisos con China y los encajes sobre depósitos en dólares, las reservas netas disponibles caen por debajo de ese umbral, lo que motiva al Fondo Monetario Internacional a exigir un rol más activo al Banco Central para mantener la estabilidad y cumplir con las metas fiscales pactadas.
En respuesta a la presión sobre el dólar oficial, que rozó el techo de la banda cambiaria de 1450 pesos, el equipo económico de Luis Caputo reaccionó aumentando las tasas de interés para incentivar la inversión en pesos y desactivar presiones inflacionarias. En junio, las tasas mensuales oscilaron entre 3,2% y 4%, cifras que superan ampliamente los índices de precios minoristas y mayoristas. Esta política se traduce en tasas de interés reales positivas, un escenario que, sin embargo, impacta de lleno en la economía real.
Así lo evidencia el aumento de la morosidad en los hogares, que subió del 2,6% al 4,5% entre diciembre de 2024 y mayo de 2025, según datos del Banco Central. Además, las familias destinan cerca del 19% de sus ingresos al pago de deudas, un nivel no visto desde 2018. En paralelo, los préstamos al sector privado representan ya el 81% de sus depósitos, con un volumen que alcanza los 75 billones de pesos contra 93 billones en depósitos. Esta situación revela un mercado financiero tensionado, donde las ganancias y pérdidas son fuertes y la volatilidad, alta.
Estas tensiones se reflejan en la economía real, donde la estabilidad todavía no se consolida. El crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del cuarto trimestre de 2024 dejó una base estadística favorable del 3% para 2025, y si se cumple un crecimiento adicional del 2%, se alcanzaría el 5% prometido por el Gobierno. Sin embargo, la percepción social es distinta: entre agosto de 2023 y abril de 2025 se perdieron más de 37.000 empleos industriales y casi 92.000 en la construcción. Esto subraya que el crecimiento económico, para ser genuino, debe reflejarse en mejor empleo y calidad de vida.