En un movimiento que combina estrategia comercial y alineamiento político, el canciller Gerardo Werthein y el embajador Luis María Kreckler se encuentran en Estados Unidos con el objetivo de concretar un acuerdo de comercio bilateral que sea anunciado esta misma semana por la Casa Blanca o el Departamento de Estado. El gobierno argentino apuesta a que un anuncio de este tipo —similar al que recibió el Reino Unido recientemente— represente un logro visible para el presidente Javier Milei, en un contexto de tensiones globales y redefiniciones geopolíticas.
En la Casa Rosada, sin embargo, reina la cautela. Aunque los negociadores en Washington expresan optimismo, en Buenos Aires reconocen que aún quedan “trabas importantes” por resolver, particularmente vinculadas a cuestiones de propiedad intelectual en el ámbito farmacéutico. “Estamos muy cerca, pero todavía faltan detalles”, reconocieron fuentes oficiales. La negociación incluye la posibilidad de que Estados Unidos reduzca aranceles para productos argentinos, entre ellos acero, aluminio y biodiesel, además de una eventual rebaja de hasta el 80% en el universo del comercio bilateral.
Consciente de que un Tratado de Libre Comercio (TLC) tradicional no está en el horizonte inmediato, el gobierno de Milei propuso una rebaja de aranceles para unos 50 códigos aduaneros, que requería también la venia de los socios del Mercosur. Esta jugada se enmarca en la estrategia del presidente argentino de aprovechar su buena relación con Donald Trump. “Milei quiere cerrar sí o sí con Trump”, comentaron desde el entorno oficial, en referencia al interés del mandatario en diferenciarse de otros países —como Brasil, Canadá o la Unión Europea— que han sido blanco de anuncios unilaterales del expresidente republicano.
Pero no todo es consenso dentro del gobierno. Las exigencias de Washington en torno a la ley de propiedad intelectual han generado una interna. Por un lado, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, y funcionarios como Diana Mondino (ex canciller) y Marcelo Cima (ex secretario económico), promueven un aggiornamiento normativo en línea con los pedidos internacionales. Por el otro, el ministro de Salud, Mario Lugones, y el propio Werthein mantienen una posición más cercana a los laboratorios nacionales, tradicionales actores de peso en la política argentina.
La tensión se hizo evidente incluso en la reciente visita del secretario de Salud de Trump, Robert F. Kennedy Jr., quien trasladó sus preocupaciones a funcionarios locales. Washington llegó a interpretar que Argentina intentaba “sacar a Pfizer del país”, versión que no fue confirmada oficialmente. No obstante, estos antecedentes muestran la sensibilidad de la negociación.
En paralelo, el equipo económico se involucró de lleno: Luis Caputo, Pablo Lavigne, Alejandro Cacace, y Fernando Brun, junto a asesores de Jefatura de Gabinete como Guillermo Francos y José Rolandi, trabajan contrarreloj para cumplir con el mandato de Milei. La expectativa es que el acuerdo sea anunciado en los próximos días, y represente no solo una victoria diplomática, sino una muestra de alineamiento estratégico con una eventual segunda administración Trump.
Preguntar a ChatGPT