En un clima de creciente tensión política y judicial, Cristina Fernández de Kirchner convocó de urgencia este lunes a intendentes, legisladores, sindicalistas y al gobernador bonaerense Axel Kicillof en la histórica sede del Partido Justicialista en la calle Matheu. El objetivo del encuentro fue claro: garantizar el respaldo del núcleo duro del peronismo frente a la inminente posibilidad de que la Corte Suprema ratifique su condena a seis años de prisión en la causa Vialidad y la inhabilite políticamente. “Esto va a terminar y no hay posibilidad de final feliz”, advirtió la ex mandataria.
Durante la reunión, que fue solicitada por el senador Oscar Parrilli, se acordó mantener al peronismo en estado de alerta y planificar una serie de medidas de acción directa si la sentencia se confirma. Entre las posibles respuestas se mencionaron cortes de rutas, paros y una marcha federal, en coordinación con movimientos sociales y gremios. “Hay una persecución del peronismo”, expresó Mariel Fernández, intendenta de Moreno, quien ofició como vocera del encuentro. También advirtió: “Hay mucho enojo y mucha bronca”.
Más tarde, Cristina encabezó un acto por el Día de la Resistencia en el mismo edificio, rodeada por la militancia y dirigencia K. Allí, la ex presidenta se refirió sin rodeos a su situación judicial: “Algunos creen que pueden humillarnos y derrotarnos, pero estar presa es un certificado de dignidad”. También evocó su intento de asesinato de 2022 y trazó un paralelismo con la masacre de León Suárez: “Soy una fusilada que vive realmente y no me va a alcanzar la vida para agradecerle a Dios esto de estar viva”.
Durante su discurso, Cristina no solo apuntó contra “el partido judicial”, sino que también criticó con dureza al gobierno de Javier Milei, al que calificó como un “cachivache”, y auguró que su modelo económico “fracasará”. A pesar del tono combativo, la ex mandataria evidenció cierto nerviosismo: la acordada de este martes en la Corte Suprema podría definir su futuro político a días del cierre de listas en la provincia de Buenos Aires, donde buscaría postularse como candidata por la tercera sección electoral, lo que le permitiría obtener fueros.
En la sede de Matheu estuvieron presentes figuras cercanas al kirchnerismo como los senadores Eduardo “Wado” de Pedro, Anabel Fernández Sagasti, Mariano Recalde; los diputados Leandro Santoro, Vanesa Siley y Eduardo Valdés; y los intendentes Pablo Zurro, Federico Otermín y Mayra Mendoza. También asistieron dirigentes sindicales como Sergio Palazzo (La Bancaria), Mario “Paco” Manrique (Smata) y Daniel Catalano (ATE). La coordinación del encuentro estuvo a cargo de la senadora Teresa García, junto a Manrique y Fernández.
Uno de los momentos más esperados fue la llegada de Axel Kicillof, quien mantiene una relación tensa con Cristina. Finalmente, el gobernador bonaerense se hizo presente junto a ministros y jefes comunales de su entorno, enviando un mensaje de unidad en un momento clave. Sin embargo, la mayoría de los gobernadores del PJ no participaron de la cumbre. Ricardo Quintela (La Rioja) fue uno de los pocos que expresó su apoyo mediante redes sociales.
Victoria Tolosa Paz y Carlos Heller asistieron a la reunión partidaria, pero se retiraron antes del acto, sin hacer declaraciones. Las calles de Balvanera fueron cortadas por la militancia de La Cámpora, Kolina, ATE y otros sectores del kirchnerismo que acompañaron la jornada con banderas y cánticos.
La estrategia de Cristina de mostrarse activa y rodeada de lealtades busca anticiparse a una posible inhabilitación y reforzar la idea de que su eventual detención sería interpretada como un intento de proscripción. La sede del PJ quedó establecida como un centro de operaciones y “comité de acción”, desde donde el kirchnerismo definirá sus próximos pasos. El peronismo, mientras tanto, queda a la espera de una definición judicial que podría alterar el tablero electoral a pocas semanas del cierre de candidaturas.