Adolfo Canitrot, economista y ex viceministro de Economía durante el gobierno de Raúl Alfonsín, es recordado por una frase que, aunque repetida, sigue vigente en el contexto actual: “Para bajar la alta inflación hay que hacer la parte ortodoxa, la parte heterodoxa, y si hay que recurrir a la macumba también”. Esta expresión resume la complejidad que implica controlar la inflación en Argentina, un problema persistente que atraviesa diversas administraciones y que hoy el gobierno de Javier Milei intenta enfrentar con una combinación de políticas tradicionales y tácticas menos convencionales.
La “parte ortodoxa” a la que se refiere Canitrot implica, fundamentalmente, la necesidad de lograr equilibrio fiscal o al menos reducir el déficit, así como evitar la emisión monetaria para financiar el gasto público. Estas fueron las medidas sobre las que el actual gobierno puso el foco, conscientes de que la emisión descontrolada y el déficit excesivo han sido históricamente motores de la inflación en el país. Sin embargo, el objetivo de Milei de reducir la inflación a alrededor del 1% mensual, un nivel que Argentina no registraba desde 2017, requiere también de la llamada “parte heterodoxa”. Aquí es donde entra la idea de “recurrir a la macumba”, un concepto que Canitrot usa para expresar la necesidad de aplicar métodos no convencionales o improvisados cuando la ortodoxia sola no alcanza.
El contexto económico argentino es particularmente desafiante. En una economía con alta volatilidad cambiaria, cualquier expectativa de devaluación impulsa a las empresas a anticipar aumentos de precios para cubrir costos futuros, generando un fenómeno conocido como “pass through”. Este efecto amplifica la inflación porque las subas se trasladan rápidamente al consumidor. Para contenerlo, en el pasado se implementaron “políticas de precios” como parte de planes de estabilización. Aunque el gobierno no lo declare abiertamente, está aplicando una estrategia de control de precios no tradicional para evitar que las remarcaciones disparen la inflación. En este escenario, la coordinación entre salarios y precios también juega un rol crucial. “Si uno permite que los salarios se vayan más allá de lo que se ha establecido como pauta, como tope, los precios después aumentan”, advirtió Guillermo Francos, subrayando que la desinflación requiere un equilibrio entre estos dos factores.
En definitiva, la receta para domar la inflación en Argentina implica un delicado equilibrio entre disciplina fiscal, controles heterodoxos y acuerdos de coordinación entre sectores económicos. Y si es necesario, “recurrir a la macumba también”. Javier Milei, al igual que el mítico entrenador Carlos Bilardo, parece centrado en el resultado final y dispuesto a usar todas las herramientas, incluso las más insólitas, para alcanzar la meta de estabilidad.