El debate sobre la competitividad de la producción local frente a las importaciones, planteado por los empresarios del sector industrial, se extendió este martes al ámbito comercial. La Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (Cadam) advirtió que la discusión sobre si el dólar está barato o caro en Argentina debe replantearse, centrándose en el verdadero obstáculo para la economía: la alta carga impositiva. En un comunicado titulado “¿Dólar barato o impuestos caros en Argentina?”, la cámara, que representa a grandes distribuidores y cadenas de autoservicios como Makro, Yaguar y Maxiconsumo, aseguró que los impuestos que deben enfrentar los consumidores representan casi la mitad del precio final de los productos.
Según el análisis de la Cadam, los impuestos en cascada que gravan los productos desde su salida de fábrica hasta su venta final representan un 49% del precio total. “De cada $1.000, $490 son impuestos”, explicó la cámara, subrayando que este peso fiscal no solo encarece los productos, sino que también reduce la competitividad de las empresas nacionales frente a sus vecinos, que tienen una carga tributaria considerablemente más baja. La cámara destacó la necesidad urgente de revisar este sistema, que impacta tanto en los precios al consumidor como en las condiciones del mercado.
A pesar de las críticas, la Cadam reconoció y elogió una medida del Gobierno que, desde el 1 de enero, obliga a que los tickets de compra reflejen los impuestos nacionales. La cámara calificó este avance como un paso hacia la transparencia, aunque advirtió que la medida no es suficiente. “Es imprescindible que las provincias adhieran a esta ley para que también se reflejen los impuestos provinciales y municipales”, indicó el comunicado. La falta de información sobre los impuestos locales, como los ingresos brutos y las tasas municipales, genera una falta de claridad en los costos reales que enfrentan los consumidores.
En cuanto a la situación cambiaria, la Cadam subrayó que, más allá de los movimientos del tipo de cambio, el verdadero problema es la estructura fiscal. “Cada vez que sube el tipo de cambio, los precios, los servicios y los salarios se ajustan, y volvemos al punto de partida, atrapados en un ciclo sin fin”, dijeron. En este sentido, concluyeron pidiendo más transparencia y una reforma profunda del sistema impositivo, para garantizar que los recursos recaudados se utilicen de manera eficiente y para repensar un sistema que, según ellos, debe ser más justo y eficiente para todos.
Por su parte, la preocupación por la falta de ajuste del dólar también se extiende a otros sectores de la economía. Economistas como Orlando Ferreres, titular de la consultora OJF & Asociados, advirtieron sobre los riesgos de un “dólar planchado” y señalaron que el tipo de cambio oficial debería ajustarse para evitar un atraso cambiario que afecte la competitividad. Según Ferreres, el valor teórico de equilibrio del dólar se encuentra cerca de los $1.600, lo que es considerablemente más alto que el valor actual. Si bien reconoció que las reservas provenientes de sectores como el agro y la minería podrían sostener la situación por un tiempo, remarcó que la falta de reservas suficientes exige prudencia en el manejo de la política cambiaria.