Las empresas argentinas ya están planificando los aumentos salariales para 2025, un ejercicio complejo en un contexto económico incierto. Entre los factores a considerar están la posible continuidad de la desaceleración inflacionaria, los efectos de un eventual levantamiento del cepo cambiario y la consolidación de una reactivación económica. En este escenario, las compañías parecen apostar por mantener la recuperación del poder adquisitivo que comenzó en abril de 2024, según datos de la consultora Mercer.
De acuerdo con el último relevamiento de Mercer, que incluyó a 496 empresas, los aumentos salariales de los empleados fuera de convenio superaron la inflación proyectada para 2024. Las empresas otorgaron incrementos promedio del 136%, frente a una inflación estimada en 123%. Sin embargo, las diferencias entre las empresas nacionales y las multinacionales fueron significativas: mientras las primeras ajustaron más rápido sus presupuestos, las segundas ofrecieron aumentos superiores, con un promedio de 139% frente al 129% de las locales.
Para 2025, la expectativa es que la inflación caiga drásticamente, con economistas que proyectan cifras cercanas al 30%. No obstante, solo el 38% de las empresas encuestadas tiene definido su presupuesto de incrementos salariales. Este grupo anticipa un aumento mediano del 45%, distribuido en menos ajustes a lo largo del año. “Las instancias de revisión de incrementos tenderán a decrecer, y para 2025 se prevén entre tres y cuatro momentos de ajustes al año”, explicó García Toscano, gerente de Careers & Rewards de Mercer.
Además, podría regresar una práctica casi abandonada durante la inflación descontrolada: los aumentos por mérito. “Esto sucederá en la medida en que las compañías puedan destinar una parte del presupuesto a premiar el desempeño individual”, agregó García Toscano. De concretarse, marcaría un cambio en la gestión salarial, priorizando la retención de talentos en un mercado laboral que se prepara para nuevas dinámicas económicas.
La planificación salarial para el próximo año refleja las expectativas de estabilidad y crecimiento, pero también la cautela de las empresas ante un escenario aún lleno de interrogantes. La evolución de las condiciones económicas definirá cuánto podrán cumplir estas proyecciones y si se consolidará la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores.