La desaceleración de la inflación al 2,7% en octubre y las recientes declaraciones del presidente Javier Milei y su equipo económico han reavivado el debate sobre la eliminación del cepo cambiario. Empresarios y analistas coinciden en que esta medida depende de la llegada de dólares al país, una condición que aún enfrenta múltiples desafíos. Según el economista Luis Caputo, antes de avanzar hacia un tipo de cambio flotante es necesaria una “inyección adicional de reservas” que permita sostener la estabilidad financiera.
En el Ministerio de Economía, el clima es optimista. Fuentes oficiales destacan “avances” en la acumulación de reservas y creen que hay margen para una mayor apreciación del peso, aunque sectores industriales expresan preocupación por la pérdida de competitividad. “Vamos a perder más competitividad, pero necesitan US$ 12.000 millones para pasar a un tipo de cambio flotante”, reconoció un representante de una cámara empresarial. Las próximas semanas serán clave: el Gobierno tiene reuniones programadas con el FMI en Brasil, mientras avanza en el cierre del préstamo REPO para cubrir compromisos de enero por US$ 4.500 millones.
Tres escenarios para el tipo de cambio
Especialistas dibujan tres posibles alternativas para la salida del cepo. La primera, el enfoque de “siga siga”, cuenta con el respaldo del economista Ricardo Arriazu, quien sostiene que es fundamental mantener la actual tasa de devaluación del 2% mensual para seguir reduciendo la inflación. Sin embargo, reconoce que las reservas netas siguen negativas en alrededor de US$ 7.000 millones. “Si devaluamos, explota todo por los aires, incluso Milei”, advirtió en agosto.
En contraposición, Domingo Cavallo, exministro de Economía, defiende una liberalización rápida y controlada del mercado cambiario. “El salto cambiario que supondría salir del cepo puede marcar el inicio de un plan de estabilización definitivo”, señaló en su blog. Cavallo propone un acuerdo con el FMI que permita la apertura del mercado financiero, aunque advierte que esto debe ir acompañado de medidas para fortalecer la economía.
Un tercer escenario, bautizado como “tormenta de verano” por Hernán Lacunza, exministro de Hacienda, anticipa un impacto inflacionario y cambiario significativo en el corto plazo tras la eliminación de restricciones. “Si mantenemos el cepo, seguimos con inflación baja pero sin inversión; si lo levantamos, habrá un ajuste inevitable”, explicó Lacunza.
Las incógnitas del próximo año
El 2025 plantea interrogantes sobre la capacidad del país para sostener el tipo de cambio sin reservas suficientes ni un crecimiento sostenido en el sector agroexportador. Un analista de Wall Street advirtió que “cada mes que pasa, la corrección necesaria es mayor”, mientras que las importaciones podrían devorar el superávit comercial si la economía repunta. Además, el panorama electoral agrega incertidumbre: “Hay que ver qué pasa si Cristina o Kicillof sacan 35% de votos”, concluyó.
Con un horizonte lleno de desafíos, el Gobierno enfrenta el delicado equilibrio entre ajuste fiscal, estabilidad cambiaria y expectativas sociales. La eliminación del cepo sigue siendo un objetivo, pero las condiciones para lograrlo aún no están aseguradas.