La política de tasas reales negativas implementada por el Banco Central de Argentina ha generado un drástico impacto en los hábitos de ahorro de los ciudadanos, especialmente en lo que respecta a los plazos fijos. La disminución de la tasa nominal de plazos fijos en un 23%, llevándola de 133% a 110% anual, ha dejado a los rendimientos en terreno negativo en medio de una inflación que, según estimaciones privadas, podría situarse entre el 25% y el 30% en diciembre. Este escenario provocó un desplome del 46% interanual en el volumen de los plazos fijos durante el último mes del año.

La estrategia del Banco Central, que apunta a licuar el stock de pasivos remunerados para normalizar su balance, ha afectado directamente al tradicional instrumento de ahorro en pesos de los argentinos. A pesar de que la cantidad de cuentas de plazos fijos ha experimentado un aumento significativo desde el inicio de la pandemia, la dinámica parece cambiar con la caída del volumen de estos instrumentos en diciembre.

Además, la reciente decisión del Banco Central de incrementar la duración mínima de los plazos fijos UVA de 90 a 180 días ha restado atractivo a esta opción de ahorro. Aunque el plazo fijo UVA parece ser la única alternativa que permite a los ahorristas empatar con la inflación, la incertidumbre crece con la extensión del plazo. Analistas señalan que, frente a tasas del 9%, inflación del 20% al 30% mensual, y la disminución de la rentabilidad de los plazos fijos UVA, los ciudadanos podrían dirigirse hacia la compra de dólares como refugio.

Esta situación también ha afectado los dólares financieros, provocando un aumento del dólar MEP y del contado con liquidación, y generando una brecha cambiaria en torno al 40%. Expertos advierten que la estrategia del Gobierno de mantener tasas permanentemente negativas podría enfrentar desafíos adicionales si las tasas negativas generan una mayor migración hacia otros instrumentos, como se ha observado en las últimas jornadas.