La balanza comercial energética de Argentina cerró septiembre con un superávit de US$ 27 millones, según el último informe elaborado por Nadin Argañaraz, presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Estos resultados han impulsado un acumulado positivo en el transcurso del año, aportando US$ 4.146 millones más que en 2022. Sin embargo, a pesar de estos resultados favorables, el saldo acumulado del año 2023 sigue siendo negativo, con un déficit de US$ 1.064 millones en el comercio de energía.

El análisis detallado del informe muestra que el efecto precio generó un excedente de US$ 85 millones, mientras que el efecto cantidades contribuyó con US$ 4.061 millones al superávit. El ahorro más significativo provino de la disminución de las importaciones de energía, que se tradujo en un ahorro de US$ 4.626 millones. Este ahorro se desglosa en US$ 1.658 millones debidos al menor precio de la energía importada y US$ 2.968 millones ahorrados gracias a la reducción en la cantidad de energía importada. En cuanto a las exportaciones, el aumento en las cantidades exportadas contrarrestó la disminución de los precios, aunque en conjunto, el efecto neto fue negativo, con una caída de US$ 480 millones en la balanza de dólares.

Desde el Ministerio de Economía, que supervisa la Secretaría de Energía, se proyecta un panorama optimista para el futuro de la balanza energética argentina. Se espera que a partir de 2024, las exportaciones energéticas alcancen más de US$ 9.000 millones, mientras que las importaciones se situarán en casi US$ 6.000 millones. Este aumento se debe a la expansión de infraestructura, incluyendo el segundo tramo del gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) y el proyecto Reversal del Norte, que llegarán a siete provincias de las regiones central y norte del país. La iniciativa tiene como objetivo disminuir la dependencia de las importaciones de gas de Bolivia y utilizar el potencial de Vaca Muerta para abastecer a estas regiones.

El superávit en la balanza comercial energética es un indicio alentador para la economía argentina y respalda los esfuerzos por fortalecer la infraestructura energética y fomentar la autosuficiencia en el suministro de energía. La expansión de la capacidad de exportación y la reducción de las importaciones pueden contribuir a un balance energético más positivo en el futuro.