En un giro sorprendente, el Gobierno porteño ha anunciado a través de un decreto su decisión de abandonar el sistema de voto electrónico para las elecciones de octubre en la Ciudad de Buenos Aires. Tras las problemáticas experimentadas durante los comicios del 13 de agosto, en los cuales se utilizaron dispositivos electrónicos para la emisión de sufragios, las autoridades gubernamentales han optado por volver al tradicional sistema de boletas de papel, tanto para los cargos de nivel nacional como para las categorías locales.
Esta medida llega poco tiempo después de que la jueza federal electoral capital, María Servini, dirigiera una nota a las autoridades del Instituto de Gestión Electoral de la ciudad, en la que expresó enfáticamente que la reintroducción de los dispositivos de Boleta Única Electrónica en octubre sería “una burla a la ciudadanía”, al someterla nuevamente a “condiciones denigrantes”. Las críticas al sistema de voto electrónico se han multiplicado tras las fallas técnicas y las dificultades operativas que se manifestaron durante las elecciones primarias.
Esta nueva dirección en la estrategia electoral del Gobierno porteño refleja una respuesta a las preocupaciones planteadas por distintos sectores de la sociedad y por la propia justicia electoral. La implementación de boletas de papel se presenta como una alternativa para evitar los inconvenientes que aquejaron al sistema electrónico en el pasado reciente. Los ciudadanos y observadores están atentos a cómo esta medida impactará en el desarrollo de las elecciones de octubre y en la percepción general de la legitimidad del proceso democrático en la Ciudad de Buenos Aires.