La triste noticia del fallecimiento de Blanca Díaz de Garnier, miembro destacada de Abuelas de Plaza de Mayo, conmovió a la organización y a la sociedad en general. Blanca, quien pudo reencontrarse con su nieta Adriana en 2017, dejó este mundo en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, dejando un legado de lucha y amor.
Con una pasión por el tango y el folclore, Blanca encontraba consuelo en la música y la poesía. Sus canciones favoritas, “Malena” y la zamba “La dejé partir”, reflejaban su sensibilidad y su conexión con el arte. Además, su amor por el teatro y su afición por escribir poesía eran expresiones de su alma creativa. La organización liderada por Estela de Carlotto compartió en redes sociales un emotivo mensaje que homenajeaba la vida de Blanca, recordando su dulzura y su dedicación a la causa.
El camino de Blanca Díaz de Garnier hacia la reconciliación y la verdad fue largo y doloroso. En diciembre de 2017, finalmente se reencontró con su nieta, Adriana Garnier Ortolani, quien había nacido durante el cautiverio de su madre. La búsqueda de sus seres queridos desaparecidos, incluyendo a su hijo Edgardo Garnier, había sido una odisea llena de angustia y silencios. Junto a otras Madres y Abuelas, Blanca recorrió ministerios, iglesias, hospitales y destacamentos, persistiendo en su deseo de encontrar a sus seres queridos.
Blanca Díaz de Garnier es recordada por su incansable búsqueda de la verdad y su esperanza inquebrantable de reunirse con su familia. Su historia, marcada por la persistencia y la lucha, es un testimonio de la fortaleza de las Abuelas de Plaza de Mayo en su búsqueda de justicia y amor.