Hace 71 años, el país se sumía en la tristeza mientras los sectores populares lloraban la partida de una figura emblemática: Eva Perón. Conocida como la “abanderada de los humildes”, Eva Perón representó la realización de sueños postergados y se convirtió en símbolo de los derechos conquistados durante el gobierno de su esposo y presidente, Juan Domingo Perón.

Durante 16 días, entre el 27 de julio y el 9 de agosto de 1952, miles de personas, bajo la lluvia, se congregaron para darle el último adiós a Evita, en un sepelio que se convirtió en uno de los acontecimientos de masas más significativos del siglo XX en Argentina.

La historia de Eva Perón comenzó en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919. De familia humilde, su vida dio un giro cuando se mudó a Buenos Aires en busca de una carrera artística en el cine y la radio. No obstante, su verdadera vocación política y social se manifestó en la década de los ’40, cuando se involucró en la fundación de la Asociación Radial Argentina y luego conoció a Juan Domingo Perón en un festival benéfico.

Desde ese momento, Eva Perón se convirtió en una figura central dentro del gobierno peronista. Fue defensora de los derechos de las mujeres, fundó el Partido Peronista Femenino y contribuyó a la creación de nuevos sindicatos. Sin embargo, su vida se vio truncada por el cáncer de cuello uterino, que la llevó a renunciar a su candidatura a vicepresidenta en 1951 y a enfrentar su temprana muerte en 1952, con tan solo 33 años.

El legado de Eva Perón perdura en la memoria del pueblo argentino, y su cuerpo fue objeto de profanación tras el golpe de Estado de 1955. Después de años de peregrinaje, sus restos finalmente fueron entregados a Juan Perón en 1971, en España, donde se encontraba exiliado. La historia de Evita sigue resonando en la cultura y política argentina, manteniéndola viva en el corazón de quienes la recuerdan como una luchadora incansable por los derechos del pueblo.