Recientemente se desclasificó documentación que revela intercambios epistolares entre familiares de desaparecidos y detenidos durante la última dictadura cívico-militar y las autoridades de la Iglesia Católica. La correspondencia fue compilada en el libro “La verdad los hará libres: la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina 1966-1983”, presentado por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y publicado por Planeta. Los autores del libro son los teólogos e historiadores Carlos María Galli, Luis Liberti, Juan Durán y Federico Tavelli, entre otros. El capítulo final del libro, “El clamor de las víctimas”, recopila la correspondencia conservada en la Secretaría de Estado del Vaticano y en el Episcopado durante los años que sucedieron al golpe de 1976. Se trata de documentos inéditos hasta el momento que permiten reconstruir narraciones, sentimientos y emociones vividas en la búsqueda de seres queridos. La correspondencia reflejó el profundo sufrimiento y reclamo de los familiares ante los penosos e injustos acontecimientos que afrontaron. Los autores del libro explican que “solo algunos pocos casos tuvieron una resolución favorable” y agregan: “Está claro que el gobierno no se conmovió por la intervención de las autoridades de la Iglesia y siguió con firmeza sus propias convicciones”. A continuación, se presentan algunos fragmentos de las cartas desconocidas que se publican por primera vez:
“H.P. de B.” escribió en una carta dirigida al cardenal Raúl Primatesta: “Cuánto dolor, cuánta angustia. Regresamos de San Miguel 74 madres mojadas de lluvia, dolor y lágrimas. Nuestro cardenal no nos recibió, no nos dio la bendición que tanto esperábamos. Nuestro pastor no tuvo tiempo, ni un solo minuto para atendernos, pero grande fue mi sorpresa cuando a la noche vi todo el tiempo que tuvo para el programa de Andrés Perciavalle. Nuestros obispos pactan silencio con Videla. Nuestro presidente gana tiempo. Y esto termina como el tango, estamos juntos, en el mismo lodo, todos manoseados”.
En otra carta, “A.E.Q.” se dirige al nuncio apostólico Pío Laghi para pedir su intervención ante el Gobierno en la búsqueda de su hija desaparecida: “Frente a la desesperante situación de angustia, incertidumbre e impotencia que vivo desde hace dos años y diez meses por la desaparición de mi hija, y como cristiana y argentina que solo pide justicia me dirijo a Su Señoría Ilustrísima esperanzada en las palabras de Su Santidad Juan Pablo II, para suplicarle que interceda ante nuestro Gobierno para obtener la libertad de mi querida hija”.
En otra carta, firmada por varias Madres de Plaza de Mayo y dirigida a Primatesta, se lee: “La Iglesia católica no puede permanecer impasible. Entre esos desaparecidos, hay centenares de niños pequeños y otros nacidos